sábado, 19 de noviembre de 2011

El secuestro de la voluntad


Hay una gran diferencia entre hablar y actuar.  Nos pasamos gran parte de nuestras vidas hablando; hablando, casi siempre, de nosotros mismos.  Pero no nos damos cuenta de que no se trata de diálogo alguno; éste, es siempre un monólogo.  A nuestro alrededor hay quienes parece que nos escuchan, que nos comprenden, que son capaces, incluso, de ponerse del lado de nuestro sufrimiento..., pero no se trata de eso; realmente no nos están escuchado. Mientras tú hablas de ti mismo, los otros piensan en lo que contarán de si mismos cuando tú termines. Se habla siempre de lo mismo, se habla siempre de uno mismo mientras los demás esperan a que termines. La conversación gira siempre en torno a la queja, al lamento, o a la auto compasión; es como una eterna letanía sin fin. Pocos son los que salen de ese ensalmo que nos atrapa.  Pocos son los que van un poco más allá para atreverse a pasar de las palabras a los hechos. Ésos, los que son excluidos, los que son apartados, los que son marginados, los que son acallados..., ya no viven...el secuestro de la voluntad.

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