había cosas que no comprendía
cantos de sirena al filo del mar
estrechos caminos por los que andar
y una suave luz que en mí renacía
por el día y por la noche moría
en el calor del fuego del altar
de la memoria antes de saltar
las barreras en las que el sueño ardía
cuando de tarde en tarde comprobaba
con nostalgia como el resplandor
de a poco sucumbía y terminaba
con el inocente y feliz candor
que la mirada al espejo ocultaba
y mentía en medio de aquel fragor
y mentía en medio de aquel fragor
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