No haber escuchado nunca antes su voz
dormida sobre la punta de una aguja,
no saber si fue río o si fue luz
descalza sobre llamas ardientes,
hecha pedazos, a jirones rota
por el tiempo y sin memoria alguna.
Y creer que por eso, sólo por eso,
su voz ya no existía.
su voz ya no existía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario