domingo, 4 de diciembre de 2011

Leer a Monterroso


Pienso ahora en Augusto Monterroso; pienso en aquel cuento, "El dinosaurio", del cual oí decir que era el cuento más corto jamás escrito, no sé si en todas las lenguas y en todas las literaturas, pero sí al menos, al parecer, en la única literatura que yo conozco: la castellana. Aunque lo de conocer es más bien un decir, puesto que, evidentemente, de esta literatura sólo he alcanzado a leer una mínima parte.  Pero para eso ya están los expertos, y éstos afirmaban, hace ya unos años que, efectivamente, así era.  No me queda más remedio, pues, que fiarme de la palabra de los entendidos, ya que sería un esfuerzo ímprobo por mi parte ponerme al día con toda la literatura hispánica editada hasta el momento; eso por no hablar de la que, a fecha de hoy, está aún por editar, y aún por escribir. Total, que en el momento en que Monterroso llegó a mi vida en forma de breve cuento, pensé: "¡qué ridículo, cómo puede algo tan corto considerarse un cuento!" El cuento en concreto decía así: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.”

Desde ese preciso instante, aquellas siete palabras quedaron, por razones que aún desconozco, grabadas en mi subconsciente. Muchos años más tarde, sin saber yo cómo, afloraron con fuerza; me maravillaba entonces que algo tan corto, tan escueto, albergara tantas y tantas cosas, tantas historias, tantas interpretaciones, tanto por hacer, tanto por imaginar. Moterroso ya no me resultaba ridículo, sino, más bien, todo lo contrario; era espléndido, ingenioso, brillante, un maestro de la palabra mínima elevada a su máxima expresión, un maestro de las historias también mínimas. Hoy en día, descubro asombrado cuánta gente del mundo de las letras parafrasea este hermoso cuento. Y es que no es fácil transitar el camino que conduce hasta Monterroso; sólo los años te llevan a él, al igual que sucede con tantas otras muchas cuestiones vitales, y, sólo con el transcurrir de éstos, llegas a la conclusión de que hay cosas en la vida para las que, simplemente, aún no estás preparado.

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